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Qué es la microbiología agrícola y cómo contribuye a una producción más sostenible

En los últimos años, la tecnología aplicada al agro ha avanzado a paso firme en el mundo, y la Argentina ha sido uno de los países pioneros y protagonistas en estas investigaciones
· Medios,Bioinsumos

En 2050, la población alcanzará las 10.000 millones de personas y la demanda de alimentos aumentará un 70%, según proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En este contexto, los expertos indican que evitar la desertificación, conservar los recursos y la biodiversidad del suelo es fundamental y urgen soluciones y alternativas sustentables.

A partir de estudios con bacterias y hongos se han desarrollado, en laboratorios de la Argentina y el mundo, productos estimulantes del crecimiento, controladores de plagas y fertilizantes biológicos clave para el mejoramiento de cultivos como soja, trigo, maíz, alfalfa, entre otros.
El uso de estas biotecnologías tiene un impacto positivo no solo en la salud de los suelos sino que también en los sistemas productivos en general. En su desarrollo confluyen empresas privadas, laboratorios y centros de investigaciones como el Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (Imyza) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

LA MICROBIOLOGÍA APLICADA AL AGRO

La microbiología es clave para limitar la degradación del suelo, mejorando la retención de agua y nutrientes. Los microorganismos son los responsables de la formación de humus, a partir de la materia orgánica crean un medio favorable para el desarrollo de las raíces, así como de una microflora benéfica que defiende a los cultivos de plagas y enfermedades.

El monocultivo reduce la diversidad microbiológica del suelo y favorece la aparición de patógenos y enfermedades que pueden infectar a las plantas y al rendimiento de los cultivos

Esto interfiere con el proceso de formación de humus e impacta negativamente en la calidad y riqueza de los suelos

En la agricultura, las aplicaciones con microorganismos pueden cumplir diversas funciones: controlar patógenos, estimular el crecimiento o fertilizar los cultivos

A través de la microbiología se desarrollan productos que pueden ser liberados en los suelos por medio de la fertilización o la inoculación previa de la semilla

En la producción de cultivos es clave mantener una buena salud del suelo no solo por la importancia del cuidado ambiental, sino también por los rindes

Se estima que un 80% de la soja que se cultiva en Argentina se inocula. Esta es una forma de nutrir y permitir un mejor rendimiento y un crecimiento más eficiente. "La soja se inocula para que estos cultivos fijen el nitrógeno atmosférico y no el del suelo. Por lo tanto, esto contribuye a evitar su degradación", expresó Matías Gorski, biólogo y jefe de Producto de Inoculantes de Rizobacter. Si este tipo de cultivos no se inocularan, los suelos de Argentina se hubieran desfertilizado hace años.

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Ricardo Yapur, CEO de Rizobacter, indicó: "A medida que el tiempo va pasando las malezas se hacen resistentes a los agroquímicos, pero con los productos biológicos es distinto porque no oponen resistencias, ya que son hongos o microorganismos".

CÓMO ACTÚAN LOS BIOISENCTICIDAS

Son desarrollados a través de microorganismos de virus o bacterias que se aplican en la hoja de la planta. Desde ahí las larvas de los insectos lo ingieren y se mueren.

Los baculovirus inoculan a la planta aplicándolos en las semillas o a través del riego. Solo infectan a insectos, principalmente lepidópteros

Se encuentran en la planta en forma de cristales y son ingeridos como alimento por la larva

Las partículas infectivas de las esporas son liberadas a través de las células que comienzan su multiplicación en el intestino de la larva. Así, se infectan los diversos tejidos del insecto y se forman nuevas partículas virales

El insecto infectado cambia su coloración. Este método es ideal para el control de plagas: es inocuo para el hombre y el ambiente y no deja residuos tóxicos

En la Argentina están habilitados algunos de estos productos bioinsecticidas basados en la formulación líquida de una cepa de trichoderma harzianum y dos fertilizantes en sólido cuya cepa es llamada bacillus amyloliquefaciens y trichotrap.

En general, los bioinsumos para el agro son fabricados sobre la base de micro y macroorganismos como hongos, bacterias, extractos de plantas y sustancias orgánicas. “Pueden ser formulados para el crecimiento vegetal. Otros como los hongos, bacterias y virus tienen la función insecticida o biofertilizante. También pueden cumplir la función de control de plagas, insectos, enfermedades fitopatógenas de las plantas y control de malezas que le consumen los nutrientes al cultivo", aseguró el director del Imyza, Roberto Lecuona.

DESARROLLOS LOCALES DE BIOINSUMOS

Se hacen a partir de una o más cepas de microorganismos benéficos que pueden ser aplicados al suelo, semillas o plantas. Promueven el crecimiento vegetal y favorecen el aprovechamiento de nutrientes en asociación con la planta o su rizosfera. Incluye a los inoculantes elaborados con rizobios, micorrizas y rizobacterias. En los últimos años se han venido desarrollando nuevas cepas que ayudan a mitigar el estrés hídrico, solubilizar fósforo y no generan gases de efecto invernadero (GEIs)

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En tanto, Jorge Diz, gerente técnico de Agrocube, indicó que la clave de estos productos es que los organismos que los componen suelen estar vivos. "Este es un desafío que tiene la biotecnología; hay que darles un medio de conservación para que exista en almacenaje", destacó.

"Los hongos son adaptables a la vía terrestre y se desarrollan con más lentitud. Son el medio para conservar el agua que no tienen las plantas y permiten que la tierra se humedezca cuando se seca", precisó.

Sobre los suelos se realizan tres tipos de fertilización: física, química y biológica. De acuerdo con Martín Díaz Zorita, especialista en producción y nutrición de cultivos, el uso de productos biológicos no reemplaza el de químicos, sin embargo, pueden ayudar para su disminución.

"Últimamente hay toda una corriente donde la idea es tratar de utilizar la menor cantidad posible de agroquímicos y es uno de los motivos por los que los bioinsumos están creciendo", dijo el director del Imyza.

EL MERCADO ARGENTINO

Si bien en la Argentina hay investigaciones y desarrollos locales de este tipo de tecnologías, también hay otros que se importan y se terminan de elaborar a nivel local. Los laboratorios que fabrican fitosanitarios concuerdan que no solo les cuesta mucho el registro de nuevas moléculas en el país, sino que se tienen que hacer dentro de una franja determinada y con tecnología no siempre disponible. Por ejemplo, en su mayoría la tecnología de base es importada de Europa y Estados Unidos para hacer el producto final dentro del país.

Según Markets and Markets, una compañía dedicada a analizar oportunidades de negocios emergentes, se prevé que el mercado mundial de productos biológicos agrícolas crezca a una tasa anual del 13,7% desde un valor estimado de US$9900 millones en 2020 hasta alcanzar los 18.900 millones de dólares en 2025.

La Argentina tiene una tradición muy extensa en este tipo de tecnología. “En la década de 1960 hubo trabajos en la línea rhizobium que dieron lugar a empresas pioneras en el rubro para impulsar el quiebre. En ese tiempo se creció en lo que son las plantas de leguminosas, alfalfa, porotos, lentejas y soja. Y, con la posibilidad de combinar microorganismos pueden obtener múltiples beneficios para los cultivos", explicó Jorge Diz, gerente técnico de Agrocube.

En tanto, el biólogo y cofundador de Elytron Biotech, una startup de biotecnología, Federico Ocampo, explicó: "El país tiene una enorme oportunidad para el desarrollo de estos productos porque tiene un mercado regulatorio que apoya su desarrollo. También tiene un clima que, dentro de todo, es templado donde los ciclos de plagas son moderados. Además, los costos para el desarrollo e inversión son más bajos que en otros".
Desde el Imyza aseguraron que, actualmente, se promocionan nuevas cepas e investigan enfermedades sobre el arroz y la soja. Además, junto a empresas privadas que trabajan con microorganismos de materia orgánica están buscando mejorar esos dos cultivos.
"Los proyectos de investigación están, pero falta la participación del sector entrepreneur. No podemos pretender que el instituto de investigación ponga el dinero y el desarrollo. El paso importante que falta es saltar del laboratorio al campo y no lo hacen porque pretenden retribución rápido", expresó el director del Imyza y especialista del INTA.

No obstante, según señalaron desde esa institución, a nivel regional se podrían hacer desarrollos que permitan la habilitación de más del 50% de los productos de origen biológico, pero se necesitaría una mejor legislación para poder aplicarlos y poner en marcha las investigaciones que hoy se llevan adelante dentro de los laboratorios más importantes del país.

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Texto de Belkis Martinez y Natalia Louzau
Fuente Diario La Nación